miércoles, 27 de mayo de 2009

Primer intento de homenaje al Post-Rock

El ser humano tiene una herramienta de gran valor: el lenguaje. Con él puede clasificar aquello que lo rodea y llegar a controlarlo; puede etiquetar y encasillar un mundo que, fuera de los esquemas humanos, se nos antoja caótico y peligroso.
La tarea del lenguaje consiste en esquematizar lo "inesquematizable", en controlar lo incontrolable, en clasificar lo "inclasificable"; por ello, cuando intentamos acotar algo mediante el lenguaje, pronto vemos que la realidad va mucho más allá de toda frontera linguística. Es ahora cuando entiendo aquel viejo símil: el lenguaje intenta dar sentido a lo caótico, pero no tiene más éxito que la niña que intenta cojer agua con un cesto de mimbre. El agua se escapa por los entresijos de la costura de mimbre; pues bien, el agua sería la realidad y nuestro lenguaje aquella amalgama tejida de mimbre.

El adulto que intenta clasificar el mundo a través del lenguaje (artístico, matemático, filosófico, político, corporal, etc.) no difiere mucho del niño que juega con bloques de madera e intenta encasillar el círculo dentro del triángulo; pero lo más triste es que el adulto no haga "autocrítica" o reflexión sobre su capacidad linguística. Cuando el hombre toma su lenguaje, y el consiguiente encasillamiento de la realidad, como algo absoluto: el arte se estereotipa, la matemática pierde su contacto con la realidad, la filosofía se dogmatiza, la política se corrompe y lo corpóreo se pudre.

La humanidad tiende a conocer pero, evidentemente, es mucho más fácil conocer una realidad estática que una realidad viva y cambiante. La realidad estática nos permite los estereotipos, lo encasillado, lo dogmático; lo estático es más controlable. Aquello que permanece quieto se presta a una mejor investigación, podemos clasificarlo: cubismo, triángulo, comunismo, derecho, clásico, rock, razón, cristianismo. Pero, para desgracia de los dogmáticos y vagos, la realidad es increíblemente dinámica; de ahí que el hombre tenga problemas de contextualización.
Me explico: lo realmente difícil en la enseñanza es hacer ver el movimiento dinámico de los conceptos, ya sean artísticos, matemáticos, históricos o filosóficos. El estudiante prefiere estudiar el concepto de "clásico" en nuestra época, el concepto de triángulo según la geometría euclídea;
prefiere memorizar el concepto de "razón" ilustrada.
Aunque, para desgracia del pobre estudiante, cuando ve que lo "clásico" no ha tenido siempre el mismo sentido, que el triángulo no funciona de la misma manera en todos lados y que el concepto de razón ilustrada no coincide con la razón romántica... le entran unos nervios tremendos y no sabe de que manera afrontar el examen del día siguiente. Le encantaría encontrar una lámpara mágica y pedir al genio que parara el mundo, para poder comprenderlo.

Y es que, nuestro mundo no puede ser comprendido desde una óptica estática; no podemos comprender lo cambiante desde la estructura de lo quieto. Por eso hay que andar con el mundo y tomar como compañero de viaje el contexto, único bastón donde apoyarnos para proseguir en este gran viaje: la comprensión de lo caótico.
Aunque si vemos que la caminata se nos atraganta y nos seca la boca... nada mejor que llenar nuestras cantimploras con el refrescante sabor del método dialéctico, para poder hechar mano de aquella ayuda hegeliana que tantos gobiernos han malinterpretado y que tantos dogmáticos dejan de lado.

Post Scriptum: este era un intento de homenajear a esa música inclasificable, clasificada como Post-Rock. Claro que, intentando excusar cualquier clasificación por mi parte... me he acabado metiendo en un entresijo de palabrejas que no vienen al caso: típico del hombre que cree que tiene algo que decir, y que encima cree que lo dice bien (cuando no sabe que, en parte, ya está todo dicho) [Y, si, esto es una autocrítica]

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