jueves, 20 de agosto de 2009

El segundo cuento más corto del mundo

Cuando se levantó, pensó que todo podría cambiar. Esperó a que algo pasara. Cuando se cansó de esperar, fué al barbero para rapar al cero la gran cantidad de cabello que había crecido en su paciente espera.
La cuchilla del rapaz barbero le desveló el engaño: Mahoma nunca había acercado a sí mismo una montaña, era el sufrido profeta quien se hechaba a andar. Fué entonces cuando maldijo, a partes iguales, el refranero popular y su fanática devoción por él.


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