jueves, 24 de septiembre de 2009

Aceptar la amargura de la vida sin refinerías ni edulcorantes

A pocos lugares se llega sin sudor, dolor y en una consecuente soledad. Sólo hace falta valentía para comenzar a andar y, quizás, sea lo más complicado; pues la indecisión y desorientación que nos mantiene apegados a nuestro entorno suele ser un eufemismo de una cruel y fría cobardía.


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