viernes, 25 de septiembre de 2009

24 horas

Hoy, al despertarme, he visto el cielo agonizando y llorando a sus estrellas desaparecidas. He visto hombres decentes despojándose de toda su ocultada humanidad, corriendo hacia su destino fatal. He visto a Miller dando órdenes a un ejército de febriles desamparados, organizando el asalto a una destilería. He visto a reputados presentadores desnudándose en prime time, aullando delante de las cámaras mientras intentaban quitar la tinta de las páginas de sucesos a golpes de pene; que blandían sus inmaculados prepucios y eyaculaban en la Cámara 1 mientras tarareaban Lust for Life. He visto a Gandhi llorando, recordando los maltratos vejatorios de su madre; y gritaba y se ahogaba, mientras daba largos tragos a un repugnante Bloody Mary, cuyo hedor recordaba a los tomates transgénicos de Alaska. He visto a los grandes políticos de mi país seguir el ejemplo de Budd Dwyer en medio del hemiciclo y han dejado todo lleno de una sangre cadavérica, corrupta; el pueblo necesitaba su sangre y, azorados por el aire vampírico, han vuelto a creer. He visto a los animales salvajes destrozando los muros del Zoo trotando, volando, corriendo, nadando como desesperados hasta el sangriento hemiciclo; y, entre gritos, rugidos, aleteos, trompazos, chillidos y zarpazos, la coherencia política ha llegado por vez primera a mi país.
Hoy, antes de acostarme, he visto a mi gran amor; ha vuelto a sonreír. Y he llorado, y he maldecido, y me he maltratado, y me he drogado y, al final, lo he comprendido. La belleza, la coherencia, la política, el amor, la violencia... todo se acerca a una repulsiva perfección cuando yo no me levanto de la cama, cuando no hago nada, cuando no intervengo en nada. Y Dios sabe que lo sé, hoy la he visto y sus labios, su cabello, su cuerpo... me han hecho comprender que, a mi lado, todo se pudre.
Ha sido un día perfecto y aún no he salido de la cama.

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