jueves, 1 de octubre de 2009

La entrañable visita de las tres parcas

La recibí en mi casa, no pude evitarlo. Yo aún andaba en pijama y mi cabeza quería creer que aún seguía durmiendo... intenté acallarla sorbiendo restos de café de una taza que creía haber perdido. Encontré el café extrañamente amargo, no me sorprendió que estuviera frío pero la amargura obligó a mis labios a dibujar una mueca de rechazo, casi cómica; aun así, mi cabeza agradeció su dosis diaria de amargura.


"La vida es así, un constante ir y venir entre la amargura y el placer. A los humanos os cuesta comprender que la vida es sinónimo de dolor... os empeñáis en creer que la vida es el antónimo perfecto de la muerte, cuando es bien sabido que la armonía está hecha de desarmonía, la concordia de discordia y la paz de guerra"


La miré y sonreí. Supe que era tarde para reaccionar pero era aún pronto para entender. Tuvo la delicadeza de dejarme comprender, de arrancarme a tiras la piel y tener el placer de seguir vivo. Tuve una buena muerte, tuve una buena vida.


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