miércoles, 21 de octubre de 2009

Crítica vinícola: "Viñas del Vero, Colección Gewürztraminer 2007"

El terreno situado al pie de una cordillera, el somontano, nos brinda el vino de esta crítica. El somontano aragonés de mayor relevancia vitivinícola se halla a caballo entre la Sierra de Guara por el Sur y la imponente Ordesa por el Norte. La vid de la variedad Gewürztraminer , con la que se elabora este caldo, se cultiva en el pago de "El Enebro" situado a las afueras de Barbastro y muy cercano al río Vero.
Esta es una tierra que amalgama el llano y la montaña, una Denominación que se inscribe en la diversidad orográfica del Somontano. Se dan diversas condiciones que hacen de los caldos de esta zona adquieran propiedades únicas: una alianza entre el influjo de Ordesa, las aguas del Vero, la presencia del Prepirineo, el suelo arcilloso y la gran diferencia entre las estaciones; pasando de
las heladas invernales a las primaveras con lluvia moderada, y de los agostos calurosos a los otoños soleados.


La bodega Viñas del Vero ha sabido aprovechar este entorno diverso y ha incorporado una vid ajena a estos suelos aragoneses: la uva Gewürztraminer. Una baya que, siendo más propia de zonas de cultivo alemanas y de la Alsacia francesa, afirma el carácter equívoco del Somontano aragonés. Con el caldo Colección Gewürztraminer 2007, la bodega de Barbastro ha sabido experimentar respetando la tradición: se ha incorporado una uva que destrona a la clásica Macabeo como reina de los blancos aragoneses y se ha seguido un proceso de elaboración que se distancia de la elaboración típica de los caldos blancos del Somontano. La uva se vendimia días antes de que madure del todo, evitando que despliegue todos sus azúcares, con la intención de crear un vino de fresca acidez. El proceso de maceración en frío de las uvas recién vendimiadas contribuye a esta acidez evitando la proliferación de azúcares en el mosto, que acabarían confiriendo una graduación demasiado alta al caldo.


Este es un vino innovador, tanto por su proceso de selección como por la singularidad de la Gewürztraminer en la península, cultivada sólo en el Somontano aragonés. Un caldo que muestra como la experimentación y la curiosidad pueden dejar a un lado, siempre desde el respeto, la estática tradición. Viñas del Vero, ha entendido que no siempre lo que se hace desde la tradición es lo que da mejor resultado. Hace años no era extraño pensar que, principalmente en el arte y la gastronomía, lo canónico es sinónimo de identidad. Si el arte es arte, es porque este responde a unas condiciones claras de lo que tradicionalmente se entiende por arte. Si la gastronomía es gastronomía, es porque ésta responde a unas recetas ancladas en la tradición. Sólo se permitía el calificativo de "obra artística" a un Velázquez o a una estatua griega. Y tampoco es muy lejano pensar que la comida por excelencia era la de la abuela y que el buen vino era un tinto de la Rioja o un Ribera del Duero.
A pesar de todo, lo que ayer fue una utopía es hoy una realidad. La mirada estética ha cobrado múltiples formas y hoy llamamos "arte" a objetos que hace cien años eran considerados utensilios cotidianos. Es ese mirar, ese descubrimiento, el que permite que llamemos arte a una rueda de bicicleta en un taburete y que incluyamos la cocina de vanguardia en las guías gastronómicas. Es ese experimentar el que permite que explotemos los sentidos que la naturaleza ha reunido en nosotros.

Para la cata y degustación de este vino es importante hablar de la tradición y de la creación de nuevas miradas a partir del experimentar. Esa nueva mirada no dejará indiferente al amante de la variedad Gewürztraminer . Una vid que se expresa en vinos eminentemente dulces, dejando al Gewürztraminer del Somontano en un lugar especial en el ámbito de los caldos elaborados con esta variedad. Elaborado con un curioso proceso de elaboración, se expresa de forma totalmente diferente a los vinos de la misma variedad cultivados en Alemania y Francia. Con este caldo queda claro que el vino no sólo depende de la variedad que lo conforma, sino también del paisaje en el que se cultiva. Y el Somontano, como este Viñas del Vero, es equívoco, diverso y tremendamente atractivo.

"Viñas del Vero Colección Gewürztraminer 2007" es un vino joven que no tiene crianza en barrica. Al descorcharlo, hay que tener claro que ha sido vendimiado a finales de Agosto de 2007 y, por su juventud, no recibe con gusto la decantación. Exige una oxigenación muy liviana, con la fase visual de la cata es suficiente; no hay que olvidar que, siendo un caldo persistente, los jóvenes suelen ser más volátiles. Si que pide cierta temperatura para apreciar sus aromas, entre 7º y 8º para apreciar los aromas primarios y entre 9º o 10º para apreciar los secundarios.

Con la capa de este Gewürztraminer se perciben signos de su elaboración, como la viveza cromática que apunta a su acidez en boca debido a una vendimia temprana. La lágrima se desvanece rápidamente tras el giro de la copa o si persiste es de una densidad escasa, lo que apunta a una concentración alcohólica baja. Tiene un escaso espectro cromático en el reflejo sobre un fondo blanco: parte del amarillo pajizo y deviene hasta la limpidez de la transparencia. Puede llegar a tener un tono acerado en el menisco, propio de los vinos blancos jóvenes; aunque este tono acerado siempre se mezcla con el amarillo pajizo. Custodiando el menisco, el ribete aparece nítido, completamente transparente. El tono amarillo pajizo descarta el influjo de la crianza en madera de este caldo.

En la fase olfativa, aparece una complejidad aromática intensa que hace difícil la distinción entre los aromas del mosto y los aromas propios de la maceración.
El contacto del olfato con el vino es amable, descubriendo aromas agradables, frescos y frutales.
Con esfuerzo se distinguen los aromas primarios, únicos en un vino Gewürztraminer, gracias a la vendimia temprana. En la serie de aromas balsámicos se da un cierto guiño al aceite de pino, sobretodo cuando el vino no ha sido oxigenado del todo. Este aroma balsámico será recordado en boca a través de la untuosidad. En los aromáticos a madera, se da una clara idea a madera verde, propia de la recolección temprana de la baya. También tienen algo que decir los efluvios especiados, notándose claramente el ligero picor en nariz de la pimienta verde unido al recuerdo de la cebolla reposando en la despensa. La serie de aromas florales sobresalen entre los aromas primarios de este vino: se da la clara idea del manzano en flor, unido a la suavidad de la tila y contrarrestado por la ligera acidez del limonero. Aunque por encima del manzano, la tila y el limonero, destaca el claro olor a rosa fresca que confiere un carácter eminentemente floral al caldo. Este Gewürztraminer tiene claros recuerdos frutales, en él se expresan de forma impactante el aroma a manzana Golden recién cortada y el recuerdo lejano a limón. El vino recuerda también a hoja de parra, un aroma que puede resultar insultante a la armonía floral del vino que se corrompe con la vegetalidad de la parra; aunque también puede ser visto como un síntoma de la verdosidad típica de los vinos agridulces. Es importante mencionar el claro aroma a roca caliza, esa mineralidad que después se expresará a través de una sutil aguja en boca.

Los aromas de la fermentación son mucho más discernibles con una temperatura adecuada para ello y sin dejar oxigenar demasiado el vino ya que este pierde su vinosidad o aromas alcohólicos con la evaporación natural de los aromas fermentados. El aroma a alcohol queda relegado por la fuerte presencia de los aromas frutales y florales del mosto, hecho que remarca el equilibrio de este vino entre la potencia aromática y la vinosidad. Los aromas etéreos recuerdan, siempre entre la dulzura y la acidez, a caramelo ácido. El aroma a trigo viene dado, más que por el olfato, por el color pajizo del caldo. El influjo de la idea de sidra se denota claramente en el olfato, recuerda esa acidez que linda entre la seriedad de la tradición y la festividad de la experimentación. Un aroma que persistirá en boca a través del recuerdo a burbuja casi imperceptible, tan típico de la sidra escanciada.

La aromática final de este vino se expresa a través de un vino floral, mineral, frutal, elegante y con unos aromas persistentes aunque se trate de un joven. p
Persistencia que denota la calidad del mosto y, por tanto, de la parra cultivada en “El Enebro“.

Con el paso en boca, se afirman muchos de los aromas encontrados en la fase olfativa. Si muchos no quedan claros, en esta etapa se encuentran claramente.
El sabor en boca es el afrutado típico de los monovarietales Gewürztraminer. Tiene una ligera aguja que suele ser normal en los vinos de esta variedad; este pequeño picor recuerda a la frescura de la sidra o a la verdosidad del chacolí. La acidez y el frescor se unen a esta amalgama de sabores verdosos que son rematados por un aroma dulzón. Es un vino de una complejidad intensa. Con el primer contacto en boca puede parecer que Colección Gewürztraminer 2007 sea el típico vino blanco con una asperidad leve unida a la tradicional sensación de frescor. Pero estamos ante un caldo que experimenta y sorprende, pues sorpresa y experimentación van de la mano. Es un vino ligeramente áspero con mucha frescura y nervio. Una asperidad, una frescura y un nervio unidos a la idea de manzana Golden recién cortada, al recuerdo a pimienta verde, al caramelo ácido, al manzano, a la verdosidad de la parra, a la mineralidad de la tierra y a la frescura de la rosa. Todos los sabores frutales y florales que se perciben en nariz se reafirman en boca. En el retrogusto se confirman estos aromas primarios, haciéndose muy eminentes la rosa, el aceite de pino y la manzana Golden recién cortada.
Pero con el paso en boca se revela algo sorprendente, una untuosidad clara que nos recuerda a aquél aceite de pino. Se ha dicho ya que este es un vino monovarietal, pero su capacidad de diversificación, su capacidad de combinación, hace que tenga la complejidad gustativa de un vino vendimiado con diferentes uvas. Es un vino eminentemente redondo, combina perfectamente la frescura y nervio de la acidez con la untuosidad de los taninos. Un caldo que aparece graso en boca debido a la gran calidad de sus taninos. En principio podría parecer que la verdosidad del vino acalla esta untuosidad, pero también hay que pensar que esa verdosidad le confiere un sabor totalmente diferente a un Gewürztraminer normal.
La persistencia final en boca de este vino es elevada, dejando una clara sensación untuosa, incluso minutos después del último sorbo.

El hecho de vendimiar cuando la uva aún no ha madurado, dotan al vino de unas capacidades de maridaje inimaginable para los vinos típicos de su variedad. La mixtura entre frescura, nervio y untuosidad hace que este vino se desmarque del maridaje que suelen tener los vinos de su misma uva. El "Viñas del Vero Colección Gewürztraminer 2007" no sólo acompaña los postres, quesos grasos y la comida oriental que maridan con los caldos de esta variedad procedentes de Alemania, sino que también se atreve con los segundos platos y los aperitivos. Marida, por su nervio, de manera excelente con el marisco; por su acidez, con los pescados blancos; y por su untuosidad, con todo tipo de quesos grasos. Tampoco le van nada mal platos como el salmorejo, las ensaladas o las pastas con salsas de pescado o verduras.

“Viñas del Vero Colección Gewürztraminer 2007” demuestra que no todo está escrito y dicho, muestra que muchas veces nos centramos en buscar lo perfecto, lo acabado cuando el hombre sabe que es, en sí mismo, algo impuro. Se podría decir que lo puro del hombre es su impureza. En la amalgama, en lo equívoco, es a veces donde se halla lo más interesante. La humanidad es impura contingencia, lo propio de él es la impureza, la amalgama, la diversidad, lo equívoco. La univocidad, la universidad, la necesidad, son proyecciones del hombre hacia lo que desearía ser pero nunca alcanza. En el mundo vitivinícola, muchas bodegas han perseguido, con un excesivo respeto por la tradición, ese intento de perfección; y han logrado vinos de una calidad excepcional, pero que no descubren nada nuevo. Viñas del Vero ha experimentado, y lo ha hecho desde el respeto que la tradición se merece: aprehendiendo lo que ha ofrecido pero sin acompañar esta aprehensión de una sumisión. Con este acto de experimentación y curiosidad, tan natural al hombre, se crea el caldo "Viñas del Vero Colección Gewürztraminer 2007", un blanco sin crianza, redondo, elegante y muy equilibrado. Un caldo que a la vista es nítido y límpido, siendo su color predominante el amarillo pajizo; en nariz es floral, frutal, fresco y persistente; y, en boca, presenta una amalgama extraordinaria entre frescura, nervio y untuosidad.
Y, todo hay que decirlo, podemos tener un vino experimental en nuestra mesa sin desembolsar una gran cantidad de dinero, aprovechando el crédito sobrante para encontrar productos que mariden con este caldo. Se culminará de esta forma el espíritu de este caldo que, experimentador y curioso, pasará a formar parte de seres eminentemente curiosos y experimentadores.











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