martes, 8 de diciembre de 2009

Miedo y asco en Barruera

Esta no es una crónica cualquiera, es la exposición más o menos detallada del tránsito decadente entre una salida narcodeportiva y una salida narcótica. Sucedió en el puente de la Constitución (5/12/2009 - 8/12/2009)


Sábado, 5/12/2009
Era mi último día de trabajo. El último sábado del año en el que mis pies se deslizarían a las 6:30A.M. de mi cama a la oficina de Correos. El frío de la mañana me despertó sin la necesidad del café-laxante de la pseudo-máquina cafetera que habita en la oficina; miré a mi alrededor: cemento, coches, tapias, pavimento, relojes, prisas...
Con el triste panorama que rodea mi habitual peregrinar hasta la oficina, mi cabeza esa mañana no iba a sumergirse en las típicas reflexiones que acompañan mi semanal caminar matutino. El hastío y el tedio habían desaparecido, la esperanza de reencontrarme con las montañas sumergía esos sentimientos y ponía a salvo la inminente satisfacción que produciría en mi cuerpo ese reencuentro.
La mañana pasó como pasan todas las mañanas de los sábados en la cartería de Rubí: carta, sello, estampita, clasificación, murmullo, insulto, café, monotonía, carta, sello, estampita...

La escapada era inminente. Llevábamos un mes discutiendo el lugar y la actividad que ocuparían nuestro puente: esquí de fondo en Bujaruelo, raquetas, cabañas de pastores, etc. Al final, la nevada inmensa y el riesgo 4/5 de aludes en las cumbres de mi querido valle del Sobrarbe (Bujaruelo) hacen que nos decantemos por algún lugar donde no nos dejemos la vida. Pronto descubriríamos que la nieve en la montaña no es el único factor de riesgo para ponerse el pijama de pino.
Decidimos ir a Barruera, un colega nuestro conoce perfectamente el lugar y asegura que hay una cabaña de pastores donde pasar la noche y encender una hoguera, principal objetivo de nuestra salida.

Durante la tarde del sábado, después de salir de trabajar, caigo dormido en el sofá con la ayuda de mis espaguetis al atún (algún día os pasaré la receta) y el sopor de los capítulos de Los Simpsons repetidos. Mi colega, Míguel Moreno, me llama a las 18P.M. Me despierta. Nos vamos en una hora. No tengo nada hecho.
En una hora recopilo todo lo que creo necesario: ropa de abrigo, polainas, bastones, linterna, papel, pluma, calcetines, calzoncillos, cubiertos, música, guantes, bufanda, saco de dormir, esterilla, botiquín y un libro (El sentimiento trágico de la vida, Unamuno). Miro la predicción nivológica y pinta bien, un riesgo de 2/5 de aludes a partir de 2000m.

Míguel me pasa a buscar y rápidamente ponemos rumbo hacia Lleida, pasamos el viaje hablando de la vida y de las amistades con la ayuda de Loquillo en el reproductor. Al llegar al destino nos espera una amiga, Cristina, con la cena: un par de pizzas y vino.
Cenamos y nos dedicamos a digerir nuestra ingesta de pizza haciendo el capullo, el resultado: un vaso de vino derramado en la selvática habitación de Moreno. Decidimos calmarnos y preparar la mochila de Míguel para la salida; cuando deja de meter ropa de abrigo, ponemos rumbo hacia la fría noche ilerdense.
Yo decido salir con las mallas de caminar y las botas ante el rubor patente de mi colega. Un rockero, un pseudo-montañero y una andaluza salen en busca de algún trago con el que mitigar el reumático frío. Por el camino nos encontramos una estufa de leña encendida y dos montones de leña para quemar. Mientras Cristina y yo pensamos que es una buena idea para calentar las noches de los desamparados, a Moreno le pasa por la cabeza la gran idea de hurtar maderos de leña para nuestra hoguera en la montaña. Una ruín y gran idea, pero antes debíamos calentar el cuerpo. Me llevan a un bar genial, el "Jazz"; buena música y ambiente snob. Me pido un té verde y un té del Nepal, mi lengua no nota la diferencia y mi cabeza sospecha que todos los tés de la carta proceden del mismo envase...
Salimos de allí y vamos a una especie de antro con buena música; me pido un Aquarius y me animo. Un par de gilipollas y sus serviles prostitutas se empiezan a mofar a escondidas de mis pintas de montañero homofílico; antes de discutir o acabar a hostias, que ganas no faltaban, decidimos salir de allí.

Cuando llegamos al coche, Moreno pone la "Cabalgata de las Valquirias" de Wagner y nos dirigimos a hurtar los maderos de los desamparados para calentar nuestras noches.

La noche para mí acaba pensando en mis amigos. Pol y Uri, los dos componentes de la expedición que aún quedaban por llegar, estaban pasando la noche con sus novias en Rubí, y Moreno estaba con su amiga Cristina en la habitación de al lado. Gascón, nuestro guía en la Vall de Boí, está compartiendo su tiempo nocturno con Carme, su amor de los Pirineos. Yo, tumbado en una enorme cama, paso los últimos compases del día intentando consolar mi soledad con un libro de Meditación.

Domingo, 6/12/2009
A las 11 de la mañana me despierta la llamada de Uri, ya han llegado. Cargamos todo el material en el Nissan Micra de Pol. Aún no logro entender cómo pudieron caber las tres mochilas, los maderos, las mantas, la comida (un gran surtido de barbacoa) y... nosotros.
Enfilamos el camino hacia Barruera con los grandes éxitos de nuestra infancia sonando en el cassete del Micra: Chasis, Green Day y Doble V; cuatro tíos embutidos en un Micra escuchando "Flying Free", algo tremendamente bizarro.

Llegamos a Barruera a las 14h. El colega que conoce el entorno, Gascón, nos espera en el restaurante de la tía de su novia. Allí nos entregamos a los placeres gastronómicos antes de maltratar el estómago en el monte. Una vez terminado el simposio decidimos pasar a buscar hierbas espirituosas por la casa de la prometida de nuestro colega, Carme.

Cargamos todo el material a nuestras espaldas y pasamos por casa de Gascón a buscar unas cuantas maderillas para poder encender el fuego, algunos aprovechan para aposentar su trasero en el cómodo WC de su casa.

Así empezamos a subir hacia la cabaña: ataviados con maderas, comida, parrilla, vino y demás enseres. La risa y la burla ante tan intrépidos y penosos montañeros se palpa en el ambiente.
La caminata empieza a las 18h, con el sol poniéndose en el horizonte.
Gascón y su novia nos acompañan en las primeras rampas, pero luego nos abandonan para dedicarse a placeres diferentes al senderismo.

Nosotros seguimos ascendiendo con los mochilotes a cuestas; el ocaso nos obliga a encender los frontales. Pronto nos damos cuenta de que las polainas no será una carga útil en nuestras espaldas, la nieve es escasa pero da cuenta del frío que hace por aquellos valles.

No tardamos demasiado en ganar altura y nuestros ojos van buscando la cabaña. En la oscuridad aparece la primera construcción humana del camino, una austera ermita; ya no queda demasiado para llegar a nuestro destino. Unos pasos más entre la cerrada noche y, al fondo, vemos asomar la silueta de lo que parece ser una cabaña de pastores.

La sonrisa aparece en el rostro de los cuatro amigos, entramos en el refugio y pronto hacemos de él nuestro hogar. Encendemos el esperado fuego y empezamos a organizar el material: colgamos la ropa, preparamos las camas y sacamos la comida. La oscura noche solo nos permite imaginar el bonito entorno en el que nos encontramos, los límites de nuestro universo se reducen a la cabaña y sus alrededores; por la mañana ya habrá tiempo para expandir las fronteras.

La noche avanza entre vino, botifarras, panceta, pan y risas. Yo sigo terco en mi abstinencia alcohólica e intento dar largos tragos al agua embotellada que habíamos adquirido en el colmado de Barruera. Pronto nos vemos absorbidos por la hipnosis del fuego; una extraña hiperactividad invade mi mente y no puedo parar de ingeniar instrumentos de filtración de agua, antorchas con madera y panceta, ollas con nieve cerca del fuego para hervir y conseguir agua "estéril"... mantenemos vivo el fuego toda la noche y decidimos irnos a dormir.
Pol nos advierte que es peligroso dejar el fuego encendido, pero el frío no nos deja pensar con claridad y decidimos dejar que los maderos sigan quemando y mantengan el hogar en calor; Pol, obstinado en su advertencia, deja una ventana abierta.

Uri me despierta a eso de las 5h de la mañana y, casi sin poder respirar, enciendo la luz. Pol tenía razón. Estamos inmersos en una nube de hollín, el humo me obliga a salir corriendo del saco; bajo la escalera y encuentro a Uri intentando respirar algo de aire puro por la ventana. Recorro todo el camino hacia la puerta de la cabaña sin respirar y abro la puerta del refugio. Una sola idea recorre mi mente: hemos estado cerca de quedarnos dormidos para siempre. Moreno, en su habitual tranquilidad elegante que le caracteriza, aún estaba en el saco preguntándose el motivo de tal jaleo; yo creo que el CO2 le había dejado semi-K.O.

Solucionada la capullada y dirijidas nuestras disculpas a Pol, volvemos a dormir. Posiblemente la ventana que dejó abierta nos salvó la vida.

Lunes, 7/12/2009
Me despierto a las 10:30 de la mañana. Despierto a Moreno y a Pol, nos vamos a hacer algún pico. Uri se quedará de guarda en el refugio. Almorzamos unos espaguettis de sobre y un té. Refundimos ropa de abrigo y comida en mi mochila y enfilamos por la pista forestal.

Miro hacia arriba y decido hacer el pico que está justo detrás de la cabaña, debemos ladear la falda de la montaña y ascender por una ladera que nos llevará en diagonal hacia la cumbre. El día se ha levantado cerrado, a veces las nubes se despejan y nos dejan ver la majestuosidad del valle en el que nos encontramos: de aspecto glaciar y salpicado por clapas de nieve.

Continuamos ascendiendo en zig-zag por la pendiente más llevadera de la ladera que, con todo, era muy empinada. Cuando faltaban unos 30min para hacer cima, la niebla surge del pico y desciende hacia nosotros; y detrás de las montañas se observa el avance de una tormenta. No llevamos mapa ni brújula y decidimos dar por concluído el intento.

Bajando nos pilla la lluvia y decidimos ponernos a correr hasta la cabaña.

Llegamos y nos encontramos a Uri dentro de la cabaña, parece un leñador de antaño. Nos recibe y rápidamente se pone a encender un fuego. Colgamos la ropa y nos secamos. No tardamos en hacer brasas y poner carne en la parrilla, nos damos un buen festín.

La lluviosa tarde hace que algunos suban a dormir y que otros se queden a la vera de la hoguera. Yo decido servirme un Moscatell con nueces, rompiendo levemente mi abstinencia alcohólica; Pol y Moreno me secundan, y pasamos charlando un rato cerquita del fuego.
Acabado el vino dulce, decido sumergirme en la lectura de Unamuno y salgo fuera a leer. La tarde acompaña la lectura: el porche de la cabaña me protege de la fina lluvia, se escucha un río cercano que juguetea con la gravedad y, desde el interior del refugio, se escuchan los maderos crepitar.
Cuando avanza la tarde y pasan las páginas de mi libro, el cielo se despeja y deja ver un surtido de colores propios del atardecer de las cumbres. Moreno sale a mi encuentro y mantenemos una charla que acompaña los colores del paisaje.

La madera se acaba y salimos a buscar troncos secos, en un momento la niebla se cierne sobre nosotros y el sol que nos iluminaba desparece entre las nubes. La tarde se ha tornado en noche en un abrir y cerrar de ojos; entramos a la cabaña y ponemos a secar toda la madera al lado de la ya incandescente hoguera. Cabe destacar el poder secante del fuego que habíamos creado, que derritió las suelas de las botas de Pol que previamente dejó a la vera de la hoguera para secarlas.

Esa noche la pasamos consumiendo toda la comida que quedaba en el refugio y haciendo eternas bromas y juegos antes el hogareño crepitar del fuego. Cuando nos entra el sueño, hacemos caso a Pol y apagamos nuestro cariñoso y humeante compañero.

Me desperté entrada la noche para ir a mear, al salir fuera me encuentro con un espectáculo sensitivo: la luz de la luna ilumina el valle y se perfilan todas las siluetas de los montes y las clapas de nieve. Despido al paisaje nocturno y a Orión que nos vigila esa noche.

Martes, 8/12/2009
Nos despertamos, esta vez sin humo, y nos dedicamos a tocar la moral a Oriol, que duerme como un cacique con su saco y su manta.
Cuando nos cansamos, nos ponemos a recoger nuestra morada y Pol se entrega a la difícil tarea de restaurar sus maltrechas botas con tiras de esparadrapo.

Barrido el refugio y hechas las despedidas pertinentes, ponemos rumbo hacia Barruera. El cielo está precioso y carece de nubes; los colores del valle se expresan con toda su potencia. Me quedo rezagado tirando unas fotos y respiro el aire de montaña. Me quedo mirando el paisaje y recuerdo mi amado valle de Bujaruelo. No sé cuando volveré a pisar las montañas pirenaicas y desconozco si volveré a ver sus contrastes, al llegar a casa sé que me esperan días de reclusión en las bibliotecas y libros. Tomo aire para darme esperanzas y me prometo a mi mismo que trabajaré con ahínco para merecerme otra vuelta a la naturaleza.

Más adelante Moreno se detiene para dejar que los alimentos hagan su último viaje por el cuerpo; eso me permite reunirme con mis amigos en el camino de bajada.

Al llegar a Barruera compramos todos los alimentos azucarados posibles y ponemos rumbo hacia Lleida. Tenemos prisa, Pol debe dar cuenta de su absentismo laboral en el Telepizza.
En las calles leridanas dejamos a Moreno y nos comemos un bocata en el famoso bar que nuestro compañero frecuenta cada mañana. Lo despedimos y ponemos rumbo hacia Rubí.

Conclusión final.
  1. Haced caso a vuestro amigos biólogos en materia de CO2 y muerte por ahogo, y lavad vuestra ropa después de la exposición constante a una hoguera.
  2. Aprovechad la montaña para echar de menos las comodidades de la civilización: fruta y verdura frescas y alimentos azucarados.
  3. En un ambiente de intoxicación por CO2 y bebidas espirituosas, me limité a intoxicarme con una larga exposición al humo y un par de vasos de Moscatell.

3 comentarios:

  1. Bona crònica, sou uns livers !
    Salut mestre !

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  2. Què fort! m'apunto això del foc. Vull que facis un dietari de viatger, m'ha encantat!

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  3. (Estella) Mestre!! Ens faltava la teva guitarra allà a dalt!! Hagués estat molt guapu fer uns "es la noia sense cony" a dintre de la cabana!

    (Byrko) Gabri!!! A veure si algun dia organitzem quelcom semblant entre els dos, pot ser la ostia!! Ara després d'exàmens vénen temps de viatges, ja t'explicaré les mogudes... vaig a Polónia, ja et pots imaginar el títol de l'entrada "De putes per Europa".
    Un petonet al fetge!!!

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